La discusión parecía haberlos agotado a ambos.
Luego de decirle que lo odiaba, Adriel simplemente se había marchado y no lo volvió a ver hasta dos días después.
Esa última semana había sido de tensión absoluta entre los dos.
No se dirigían la palabra y el silencio era el principal acompañante en sus breves encuentros.
Jade intentó disimular el pinchazo de dolor que sentía cada vez que comprobaba que su matrimonio se había convertido en un infierno.
No pudo evitar pensar en su madre y en esa historia que le había contado cuando era una adolescente.
Según sabía, sus padres no se habían casado por amor; todo lo contrario, había sido la venganza el único motor que dio inicio a su relación.
Pero con el tiempo los sentimientos fueron surgiendo entre los dos, aunque al inicio, las cosas fueron bastante difíciles para ambos.
De alguna manera, cuando aceptó la propuesta de Adriel, pensó que algo similar ocurriría entre ellos, pero lo único que veía era el tiempo pasar y ya ni siquiera sabían