—Debes divorciarte, Jade —fue la solución dada por su madre.
—Mamá, no es tan sencillo —se alejó hacia la ventana, sintiéndose un poco más tranquila luego de haber confesado toda la verdad a su progenitora. De repente sentía que podía respirar con mayor normalidad y esto era debido a que se había quitado el peso de la mentira de encima—. Debes comprender que, aunque no me case amando a Adriel, tengo intención de hacer que este matrimonio funcione.
—Pero, hija, es evidente que ese joven no puede hacerte feliz —le dijo lo que era obvio desde su perspectiva.
Natalia conocía a Adriel desde que era tan solo un bebé. En su niñez le pareció un chico muy dulce, pero a medida que transcurría el tiempo, se fue dando cuenta de que su actitud se fue transformando en algo preocupante de ver.
—Ana Paula, es posible que tu hijo esté desarrollando rasgos psicopáticos sub clínicos —le comentó un día.
En esa ocasión, Ana Paula simplemente se había negado a ver las señales presentes en su hijo, al