Emily
Soñé con ellos.
No con sus rostros —porque aún no los conozco—, sino con sus voces. Tres pequeños murmullos en medio del silencio, tres sonidos que no entendía, pero reconocía como míos. Uno cantaba. Otro reía. El tercero lloraba sin pausa, como si el mundo fuera demasiado desde antes de comenzar.
Me desperté empapada en sudor, con las sábanas pegadas a la piel y las manos en el vientre. Sentí los latidos acelerados, propios y ajenos. No sabía si eran míos o si ya podía distinguir los suyos. Quizás era sólo mi imaginación intentando darle forma a lo que aún no se deja ver.
Mir&e