Christopher

El amanecer se filtraba por las cortinas cuando abrí los ojos. Emily dormía profundamente a mi lado, su respiración tranquila y acompasada. Los últimos meses habían sido una montaña rusa de emociones que nunca pensé experimentar. Observé su rostro sereno, las pequeñas arrugas que se habían formado en su frente durante el embarazo, el cabello castaño desparramado sobre la almohada.

Me levanté con cuidado para no despertarla. Necesitaba pensar, y el silencio de la mañana era mi único aliado. Caminé descalzo hasta la habitación que habíamos preparado para los trillizos. Tres cunas idénticas, tres móviles colgando del techo, tres vidas que pronto llenarían nuestra casa de llanto y risas.

¿Nuestra casa? ¿Cuándo había empezado a pensar así?

Me senté en la mecedora junto a la ventana, contemplando el jardín que comenzaba a despertar. Las decisiones que había tomado hasta ahora habían sido prácticas, calculadas. Casarme con Emily para proteger a los hijos de Daniel, proporcionarle