La residencia de Damián se encontraba a una distancia relativamente corta de las oficinas de Alguer Internacional. Por ello, a Martín le bastaron unos quince minutos para llegar hasta allí. A pesar de lo breve del recorrido, la agitación interna de Martín contrastaba con la tranquilidad de la travesía.
A lo largo del trayecto, tanto la mente como el corazón de Martín estaban sumidos en una marejada de emociones opuestas. No era solamente la presencia inquietante de aquel hombre extraño venido de Londres lo que le perturbaba, sino también los secretos de Sam y el empeño de ella en permanecer cerca de Javier. Al menos, eso era lo que Martín percibía y sentía con intensidad.
Martín no podía dejar de preguntarse qué papel tenía realmente en aquella situación, por qué Sam no le había contado nada y cuál era el empecinamiento de estar cerca de Javier. Los celos comenzaban a apoderarse de él, llevándole a tener pensamientos desordenados y erráticos, incapaz de encontrar respuestas claras en