POV: Helena Rothschild
Actuar que estaba enferma durante todos estos días fue más difícil de lo que imaginé. Mantener esa fachada frágil, débil, vulnerable… fue una tortura. No por el esfuerzo físico, sino porque estuve tan cerca. Tan jodidamente cerca de borrar a esa maldita huérfana de la faz de la tierra. De su vida. De su mundo.
De Credence.
Pero apareció ese imbécil de Lincoln. Como un héroe de segunda categoría arruinando todo. Maldito seas. Maldito seas por meter tus narices donde nadie te llamó. No tenías derecho. ¡No tenías derecho a salvarla!
Sentí una llama de odio prenderse en mis entrañas, ardiendo como una fiebre venenosa que no podía controlar. Pero no iba a rendirme. No ahora. No después de todo lo que hice. Esa perra de Danika no se va a salir con la suya. No mientras yo respire. Yo misma me voy a encargar de ella.
Entré a mi habitación cojeando, sujetándome del brazo de mi madre. Tenía que mantener la actuación, no podía dejar que nadie sospechara. Los sirvientes me