Luego de un momento de tenso silencio, todo pareció recobrar un poco de tranquilidad. Estos entonces se alejaron para charlas con el resto de la familia; mientras que Bárbara se acercó a Oliver.
—¿Puedo? —le preguntó extendido sus manos hacia Paul.
—No y no te acerques a él —le respondió con firmeza, aunque tratando de hacerlo en voz baja para no llamar la atención de los demás.
—¿Acaso temes de mí? —sugirió con dulzura, pero con un cierto brillo de diversión perversa en sus ojos.
—Temo de tus intenciones —admitió, tratando con todas sus fuerzas de mantener la calma, aun cuando eso le estaba resultando cada vez más difícil.
Su sola presencia en ese lugar le era un insultó y aun así debía permanecer callado.
—Soy mala, incluso diabólica. ¿No crees? —le preguntó, provocándole abiertamente.
—No sé si eres malvada, pero si manipuladora y estás dispuesta a quitar a quien se interponga en tu camino por cualquier medio y temo que veas de ese modo a mi hijo —le dijo, siendo muy claro con sus