Hablo como toda una anfitriona, capoteando la situación de manera magistral y eso valla que era digno de admirarse. Todos entonces tomaron asiento en torno a la mesa, llevando adelante la cena en calma y con amenidad; más de pronto algo cambió.
—Usted es enfermera, ¿cierto? De hecho y si no me equivoco era la enfermera de Oliver cuándo estuvo convaleciente —dijo de pronto Barbara, dejando a todos en silenció.
—Está en lo correcto —reconoció Emma, sin darle más importancia de la que tenía.
—Y aun así nació algo entre ustedes —continúo hablando, más lo hizo de un modo reprobatorio.
—En efecto —le respondió, tratando de quedarse callada; de tener la fuerza para no decirle lo que en verdad se merecía.
Había mucho que podía mencionar y que sin duda le aria quitar esa estúpida expresión de triunfo del rostro, más sabía que no podía hacerlo. De ser el caso terminaría causando un gran escándalo que los afectaría a todos y ella no valía la pena. En su lugar, decidió optar por una actitud seren