Un rato después, todos estaban listos; recibiendo a los invitados en la sala para guiarlos enseguida hacia el jardín trasero. La temporada de lluvias estaba cerca, más aún no había llegado y el clima era fabuloso para una velada a la luz de la luna. Dispusieron la mesa y sillas en el jardín trasero, alumbrada por verlas y la iluminación del jardín, otorgándole un toque exquisito.
Todo estaba espectacular, tal como lo había previsto Luisa. Oliver, Frederick, Patricio y Paolo estaban recibiendo a los socios con cortesía, entablando una amena conversación con estos. Su abogado ya había llegado y solo faltaba el de estos para estar todos. Sandra y Luisa, por su parte, como las anfitrionas que eran se encargaban de que todo estuviese en orden y nada faltase en la mesa. Todo iba viento en popa.
Los socios estaban encantados con la belleza de su hogar y el gran ambiente que habían creado, al igual que con la familia. En especial, encontraba maravilloso el que Oliver se viera tan cómodo carga