El mensaje seguía clavado en la pantalla del teléfono como una herida abierta.
"NO CONFÍES EN ELLA. NO TE IMAGINAS LO QUE OCULTA."
Elena había tratado de ignorarlo, incluso de razonar con él. Pero Alejandro ya no la miraba igual. Su expresión tenía esa mezcla de duda y decepción que solía reservar para sus enemigos en los negocios.
-¿Quién te escribió eso? -preguntó ella, intentando sonar serena.
-No lo sé. Número oculto. Pero quien sea... parece conocerte mejor que yo.
El tono de su voz no era frío, era glacial. Duro, como el mármol que adornaba el vestíbulo de su casa. El mismo que ella había pisado años atrás, cuando él todavía creía en los cuentos de hadas.
-Alejandro... si me dejaras explicar...
-¿Explicar qué? ¿Que cambiaste de nombre y apareciste como si nada, justo cuando mi empresa se enfrenta a la mayor filtración de información confidencial en una década? ¿Eso vas a explicarme con uno de tus silencios elegantes?
Elena tragó saliva. Quiso decir algo. Quiso decirle todo. Pero