Había sido una buena tarde de lectura en el hospital de niños. Sorpresivamente, Xavier se había animado a leer un capítulo junto con Sophia y su padre, aunque se frustraba por no poder leer con la misma fluidez y exactamente tal cual lo había hecho la mujer.
—¿Por qué no leo como tú lo haces? —le preguntó Xavier a Sophia mientras se preparaban para retirarse.
—Porque yo llevo años haciendo esto, Xavier —le explicó con calma Sophia—. Por eso es importante leer en voz alta, de vez en cuando. Le vas dando agilidad y entonación a tu discurso. Mejoras en tu pronunciación, tu ortografía y además de que vas escuchándote mientras lees, lo cual ayuda a tu comprensión lectora. Es agotador, lo sé. Pero los buenos resultados llevan un poco más de esfuerzo.
Xavier se le quedó mirando. Aquella mujer era diferente el resto de novias de su padre, especialmente a la última. Era como una mezcla de maestra y mamá que siempre había buscado en cada una de las mujeres que le habían presentado.
—¿Tú crees