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Una transformación

Al salir del baño ella me sigue esperando ahí sentada sobre la cama con una gran sonrisa en su rostro, una llena de picardía y travesuras.

La miro y niego con mi cabeza, no quiero caer en sus garras pero se que es algo difícil, ella es muy terca y no descansará hasta que yo acepte vestirme como ella me lo pide.

—¿No tengo escapatoria verdad?— ella niega con su cabeza y levanta su dedo índice moviéndome de un lado a otro en señal de desaprobación. —Esta bien, tú ganas— da un gran grito de victoria. —Pero... No te excedas, por favor. Y solo será por hoy—

—Ya verás que te dejaré tan hermosa que todos suspiraran por ti— ruedo los ojos al oír sus palabras.

—No me interesa conseguir a nadie, estoy bien asi—

Ella ríe a carcajadas, —Lo sé. Pero siempre necesitamos a alguien para que nos dé cariñitos—

—Tu no entenderas esas cosas, mejor pongámonos pilas porque se hace tarde, y no me gusta ser impuntual—

Me voy al vestidor y me pongo la ropa interior, me aplicó mis cremas en todo el cuerpo.

Vuelvo a la cama y tomo asiento. Ella empieza a maquillarme, le pedí algo suave y eso me hizo.

Me miré en el espejo y casi no se veía el maquillaje, pero si se veía la diferencia, mis pestañas tenían mucho más volumen, mis mejillas se veían rosadas, mis cejas bien definidas y el lápiz marrón en mis ojos hacían que su color miel resaltará aún más, en mis labios agrego un labial tono rojo suave.

Soltó mi cabello y lo esponjo un poco, este es risado un poco más abajo de mis hombros.

El vestido que me sacó fue uno color verde esmeralda. este era un poco más arriba de las rodillas, tiene un escote de corazón en el pecho con unos tirantes muy delgaditos en los hombros, estos apenas se notan.

Voy a mí vestidor y me lo pongo, casi no me entró. Me queda ajustado, no es para nada mi gusto, y nunca he usado algo así.

Al salir veo sus ojos abrirse de par en par al igual que su boca.

Volteo los ojos y me voy directo al espejo.

La verdad también quedé igual que ella, no podía creer que está sea yo.

El vestido se ajusta tanto que hace que todas mis curvas resalten de manera exagerada.

Mi cintura es tan delgada que parece de una muñeca, al bajar mis caderas se expanden de manera exuberante, mis piernas son muy gruesas. Me di media vuelta y ni hablar de mis glúteos, estos parecieran que fueran operados o algo así. En el escote del pecho se ve el volumen de estos, no tengo tantos pechos pero el escote hace que sobresalgan un poco.

—Whau, Amiga. No tengo palabras— sonríe orgullosa de su trabajo. —Yo sabía que eras hermosa y sexy, faltan los tacones—

Me pasa unas plataformas negras ni tan altas ni tan bajas, ella sabe que a duras penas puedo caminar con zapatos.

Me las coloco y al subir un poco de estatura me siento más cómoda, estos cinco centímetros ayudan a mi estatura de 1'57.

Ella ya había llegado lista, también es de resaltar que ella es muy bella, una mujer que a donde va llama la atención.

Me aplicó perfume detrás de las orejas y en las muñecas.

Tomando nuestros bolsos, salimos de la casa. Tomamos un taxi y nos dirigimos a nuestro destino. El Palermo.

El Palermo es un club, el más prestigioso de toda la ciudad, aquí solo llegan con reservaciónes y no es sencillo hacerlas.

Al menos hace tres meses hicimos la reservación y fue porque está señorita a mí lado, tiene una aventura con el administrador.

Stephanie me toma del brazo emocionada y llegamos a la entrada donde hay una larga fila y un guardia en la entrada verificando las reservaciones.

Ella dice lo que tiene que decir y de inmediato nos dejan pasar.

Con una sonrisa en su rostro me invita a entrar.

Apenas pasamos la puerta del club, me sentí envuelta en la vibración de la música que parecía ensordecer mis sentidos. La decoración lujosa y elegante me rodeaba, y no pude evitar sentirme impresionada por la opulencia que me envolvía. Era fácil entender por qué este club era considerado el más prestigioso de la ciudad.

Stephanie me tomó de la mano y me llevó hacia la mesa que habíamos reservado. La gente se movía al ritmo de la música, y las luces brillantes y coloridas creaban un ambiente eléctrico. Me sentí un poco abrumada por la cantidad de personas y el ruido, pero Stephanie me sonrió y me guió con confianza.

Al llegar a la mesa, nos sentamos y pedimos unas bebidas. La música seguía sonando fuerte, pero en nuestra mesa, podíamos hablar y disfrutar de la noche sin problemas. Ella se fue hacia la barra y regreso con dos chupitos de tequila.

—Brindemos, por nosotras, por tu ingreso a la universidad, y por esta noche—

Me tomé la copita de un solo sorbo al igual que Stephanie, ambas hicimos malas caras, tomé un trocito de limón y lo llevé a mi boca dándole una pequeña mordida.

En ese momento vi llegar a mí hermano y mi cuñada, nos saludaron y se sentaron a nuestro lado. Mi hermano se levantó y fue por nuestras bebidas.

Miro a todo mi alrededor observando el ambiente. Mis ojos se encuentran con otros que ya me estaban observando de una manera tan intensa.

De inmediato aparte la mirada y observé a otro lado, mi hermano llega junto con Daniel, el administrador quien es el pretendiente de Stephanie. llegaron con unos vasos de whisky para ellos y unas copas de cócteles para nosotras.

Brindamos y volví a sentir esa mirada ardiente sobre mí, tomando un sorbo de mi copa pose los ojos nuevamente en esa dirección, ahí estaba el mismo hombre entre la oscuridad de la discoteca y su mirada seguía en mi.

Ya estaba nerviosa, no entendía porque me miraba de esa manera.

—Vamos a bailar— la propuesta de mi cuñada me hace volver a apartar la mirada.

—Vayan ustedes, yo estaré aquí cuidando de las cosas— ellos aceptaron y ambos se fueron con sus parejas a la pista de baile, los vi irse de las manos y como bailaban en la pista.

Me entretuve tanto que no me di cuenta de la presencia tan imponente que se acercaba a mi.

Pero mi instinto me hizo girar la cabeza y ver al hombre que me miraba del otro lado de la pista ahora enfrente a mi.

¡Oh por Dios!

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