Tentacion
Tentacion
Por: Isabel RC
inicio

Jadeando, me desperté con un grito atrapado en mi garganta punto con el sudor corriendo por mis sienes, me dirigí al baño retiré mi ropa y entré en la ducha sin importarme que el agua estuviera fría.

Dando saltos en la ducha de lado a lado me mantuve así por un momento mientras mi cuerpo se acostumbra al agua fría, y así poderme olvidar de mi pesadilla.

Dispuesta a intentar hacer cualquier cosa que la sacara de mi memoria, pero no es posible.

Después de pasar mucho tiempo, demasiado diría, me vestí, esperando que una taza de café con leche pudiera ayudarme a sacar un poco el frío de la ducha.

»Si estaba demasiado fría el agua«

Sabiendo que ya me era imposible dormir, miré el reloj de mi teléfono y eran las tres de la mañana aún.

Salí de mi habitación y me detuve enfrente de la puerta, delante de mí había otra puerta, había estado con mucho cuidado tratando de ser lo más silenciosa posible, vi a Elias, mi mejor amigo, estaba profundamente dormido. Agradecí por no haberlo despertado con mis gritos y ruido en el baño. Cerré la puerta y caminé en dirección a la cocina necesitaba ese café de urgencias.

Elias ha estado conmigo desde que teníamos Diez años. El sabía todo lo que había pasado y me ayudaba en lo que fuera posible.

Es mi salvavidas personal, mi hermano, y lo más importante, mi salvador.

Comencé a preparar mi café cuando vi un montón de Correos en el mostrador. No tenía más nada que hacer así que apenas terminé de preparar mi café tomé los correos y me los llevé conmigo.

Me senté en la pequeña sala acomodándome en el sofá, revisando todas las facturas y papeles inútiles, encontré un correo que me dejó congelada inmediatamente.

Con mis manos temblorosas, despegué la solapa y saqué el papel que podría darme una inmensa felicidad o una gran angustia. Leyendo cada palabra cuidadosamente, una enorme sonrisa se apoderó de mi rostro. Sin importarme más, corrí directamente a la habitación de Elías y salté sobre su cama con el chillido más fuerte que jamás había salido de mí.

—¿Qué demonios Elizabeth?— grito Elias con los ojos bien abiertos, pero tan pronto como vio la sonrisa en mi cara, soltó un profundo suspiro.

—Lo conseguí Eli. Mira, finalmente lo conseguí— le puse el papel sobre su rostro mientras saltaba de arriba abajo en la cama.

Observando lo que había en el papel El soltó su propio chillido. —Lo conseguiste. Oh si, finalmente—

—¿Verdad que sí? finalmente me han dado el trabajo. No puedo creerlo. Dios quería un descanso desde hace tiempo y finalmente lo conseguí— dije emocionada como con un tono soñador que rara vez se escucha en mí.

—Te lo mereces, hermana. Dios sabe que sí— me abrazó con fuerza, un abrazo que devolví felizmente.

—¡VAMOS A CELEBRAR!—grito Elias soltándome y corriendo por la habitación como si no acabara de despertarse, esa es la cosa con El, no puede evitar estar feliz por mí y yo no puedo evitar amarlo aún más.

—Eli, son las tres y treinta de la mañana, vuelve a la cama y duerme. Podemos celebrar más tarde—

—Espera un minuto— volvió a su cama con una expresión seria supe que algo lo había enfadado punto y sabía que ese algo era yo. —¿Por qué estás despierta? ¿Tuviste otra pesadilla?—

Mire hacia mi regazo con culpa, mis dedos retorciéndose, un hábito nervioso. —No— respondí tímidamente sabiendo cómo se pone Elías cuando se entera de mis pesadillas.

Corrió hacia mí y me abrazó con fuerza. —¿Por qué no me despertaste? Sabes que te habría ayudado—

Apartándome miré a cualquier lugar menos a el. —Lo sé, pero tú tampoco has dormido bien en las últimas semanas y no quería molestarte—

Tomando mi barbilla entre sus dedos, dirigió mis ojos hacia el. —Nunca estoy demasiado cansado para ti— dijo suavemente.

No pude evitarlo mirar fijamente. Elías era un chico atractivo, muy alto con ojos café claro y piel oliva. Y su cabello negro, ambos éramos identicos en lo fisico, cada vez que salíamos a la calle, las chicas se le lanzaban a el, lástima que a él no le gusten. A mí no me miraban ya que ante la vista de los demás me veo como una niña. Cosa que agradezco porque no me interesa ahora salir con nadie, y al parecer a el tampoco.

Mi Eli era un orgulloso de mal carácter, y siempre decía que antes de estar con alguien que le diera dolores de cabeza preferiría estar solo.

—Vamos a dormir, tienes un gran día mañana— susurró y me llevó con el a la cama, acurrucándome a su lado.

Suspiré de satisfacción, sintiéndome segura con el. Sabiendo que nada puede hacerme daño mientras esté a mi lado.

No tardo mucho la oscuridad en envolverme Y arrollarme de nuevo el sueño.

[•••]

Me desperté como encontrándome sola en la cama. salté y me fui al baño de mi habitación, me arreglé y me cepillé los dientes para luego salir esta e irme a la cocina.

Cuando llego a esta encuentro una nota cerca de la cafetera.

—"ME FUI AL TRABAJO. EL DESAYUNO ESTÁ EN EL HORNO. CÓMELO. Y PREPÁRATE ANTES DE LAS OCHO DE LA NOCHE VAMOS A SALIR A CELEBRAR"—

Solté un suspiro y comencé a desayunar.

Repase todas las cosas que necesitaba hacer hoy punto pero lo más importante era renunciar a mi trabajo actual. me estremecí, sabiendo que tendría que lidiar con Raul, mi jefe. bueno, exjefe.

Era un asqueroso, no encontraba otra forma de describirlo, en realidad no había otra. cuando comencé a trabajar, no pasaba un día sin que intentara tocarme. Deliberadamente, elegía el uniforme más provocativo para las camareras. una camisa blanca ajustada y escotada combinada con los shorts negros más cortos que fácilmente podrían pasar por ropa interior.

Si no fuera por la crisis financiera habría dejado ese lugar asqueroso una semana después,, pero tienes que hacer lo que tengas que hacer por mantener un trabajo que te pueda mantener llevar algo de dinero a casa, y ahora finalmente tengo la oportunidad de dejar ese lugar olvidado por Dios y trabajar en otro lugar, uno en el que he querido trabajar hace varios años.

Tomando el último bocado, me apresuré a ducharme y a prepararme corriendo para tomar el auto y conducir hasta allá.

Llegué después de quince minutos al lugar que desearía poder incendiar hasta los cimientos. Entré directamente sin molestarme en saludar a nadie, quería terminar con esto de una vez.

Toque la puerta de la oficina de Raul y entré cuando escuché un murmullo que decía "adelante". Y ahí estaba él, con su gran barriga redonda asquerosa.

No pude evitar hacer una mueca de desagrado cuando empujó su silla hacia atrás con un chirrido y se recostó con una sonrisa engreída en su rostro al verme.

—Bueno, bueno, aquí estás. ¿A que se debe este maravilloso placer de tenerte aqui siendo este tu día libre?— dijo con esa voz irritante y su sonrisa se hizo más grande mostrando sus dientes amarillos cuando me voy a establecerme. el imbécil adoraba vernos retorcernos.

Me acerqué a su escritorio y con la barbilla en alto y los hombros rectos anuncié: —RENUNCIO—

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
capítulo anteriorpróximo capítulo
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App