Llamadas potentes, que cambian mucho.
Capítulo narrado por Mariano Hans:
La cara de susto de Fatima no sale de mi mente. Se fue con Zayd. Supuestamente, para intentar protegerla en un lugar seguro por un tiempo.
Sigo sentado como un estúpido en la sala de espera del hospital, con la cabeza entre las manos. El café que me ofreció la abuela Dana se enfría sobre la mesa, olvidado. Zayd ronda cerca alguna vez, sin Fatima con él por supuesto, él me empieza a parecer una sombra que no puedo evitar. Y yo… yo estoy atrapado en un laberinto que parece cerrarse más con cada paso que doy.
Mi teléfono vibra. Lo miro. El nombre en la pantalla me hace tensar la mandíbula.
Marco Hans. Mi jodido padre, Dios mío.
Respondo con un suspiro, sabiendo que esta conversación no será fácil. Parece que la vida está conspirando para que todo para mí se empiece a tornar catastrófico.
—Hola, papá. —le saludo intentando hacer que mi voz suene "normal".
—Mariano, hijo. —dice con su tono habitual, educado, casi afectuoso. —, ¿Dónde estás? —me pregu