Ese momento era el más honesto que había tenido durante toda la noche, era el fin de la boda y no suponía que eso no hubiera ocurrido horas atrás, pero ese instante exacto, al ver su vestido manchado por la sangre de sus manos, su pies puestos sobre un camino empedrado, la falta de luz, y un hombre de semblante oscuro esperando que ella diera un par de pasos para cerrar la puerta, todo al mismo tiempo, le mostró la realidad, una que ya conocía, pero que en ahora tomaba sentido y que durante horas se había aferrado a aceptar.
Tragó saliva y con ello también sus esperanzas, respiró profundo y caminó rodeando la camioneta, con los varios metros de tela aun entre sus manos una luz atrajo su mirada, otro hombre iluminaba el pazo con una lámpara delante de ella, Blake caminaba firme, y ella podía ver el ancho de su espalda y su gran altura, pero solo la silueta, no tenía una imagen clara o perfecta del hombre que daba pasos largos y firmes. —Muévete —dijo el hombre que alumbraba, ella bajó un poco la mirada y se aseguro de no tropezar, pasaron varios minutos y cientos de metros. Entre arbustos y una vereda estrecha el haber caminado ahora tenía sentido para Cala, una enorme casa estaba delante de ella, con muros altos sin acabados elegantes, más bien rústicos, una puerta considerablemente grande, Cala pudo ver después de algunos segundos, que la casa estaba rodeada de pasto recién podado y árboles enormes. La puerta se abrió y varios hombres que en ese momento para ella eran iguales a los demás que habían irrumpido en su boda, le daban la bienvenida a Blake. —Muchachos pasaré la noche aquí, quiero whisky, y un poco de fuego —ordenó Blake con una mirada infalible. Cala guardó silencio estaba a algunos metros, pero el blanco de su vestido, lograba llamar la atención de los hombres. —¿Y ella? —preguntó uno de los hombres, era muy joven, tal vez tenía algunos veinte años. —Disculpa, mis malos modales —dijo Blake, girando el rostro, tratando de mirar los ojos de Cala. —Su nombre es, ¿cuál es tú nombre? —preguntó, y a pesar de la locura qué estaba viviendo Cala en ese momento, por un segundo las palabras de Blake le irritaron, pensó en que su raptor era un maldito, que no se había tomado, la molestia siquiera de aprender su nombre, trató de buscar los ojos de Blake y después de eso, pensó en hablar, pero, no fue necesario, o Blake no lo creyó así. —Su nombre no importa, sólo búscale un lugar, no necesito ordenar paso a paso lo que debes hacer, ¿o si? —dijo Blake, retiró la mirada qué dirigía hacia Cala y con una sonrisa torcida, mostró el blanco de sus dientes, después de eso entró a la casa, está era considerablemente elegante, para estar metida en un bosque. Cala, caminó sin esperanzas, el joven la tomó del brazo para que ella pudiera subir las escaleras, y notó cómo Blake desaparecía en el pasillo de la entrada, ella quiso seguir sus pasos, y él joven, de barba descuidada, le indico qué la entrada de ella era más adelante, caminaron por un pequeño tapanco, que los dirijo hasta lo que parecía ser la cocina, las luces eran tenues, cruzaron un pasillo, y luego otro, una puerta de madera se mostraba al fondo, el joven caminó delante de ella abrió la puerta, Cala trataba de parecer normal, como si estuviera descubriendo su habitación una qué había alquilado para pasar la noche. —Señora pase —dijo el joven. —No soy señora —reclamó ella con la voz sombría. —Disculpe —dijo él, y Cala sintió algo que pocas veces había experimentado al mismo tiempo, la rabia y la compasión, se preguntaba qué hacía un hombre tan joven metido en ese lugar, la forma en la que se había disculpado, le hacía creer que era un joven que no encajaba, todos los hombres con los que se había topado esa noche eran, groseros y prepotentes, de rostros duros y miradas intensas, pero ese joven parecía incluso amable. Cala, miró a su alrededor, sus ojos no eran capaces de ver lo que había a su alrededor, el joven, encendió la luz, y Cala no pudo controlar el llanto, un sutil uno de esos que no son expresivos, pero qué se sienten en el alma.