Todo seguía su curso, después de quince días las cosas habían tomado una rutina algo inusual para los Tattaglia, y no solo ellos se veían afectados.
A la mañana siguiente de aquella tormentosa noche, habían conseguido un doctor que daba medicamentos, curaba la herida de Santiago y daba felicitaciones llenas de asombro por la osadía de Cala, por supuesto había sido bien remunerado, por su trabajo qué implicaba el silencio.
—Con reposo y estos medicamentos, se recuperará —dictaba el médico al ponerse de pie, Santiago seguía durmiendo, pero ahora lo hacía en la cama de su habitación, Cala y Blake atendían los detalles y para ellanera extraño estar presente en ese momento, no era parte de la familia, sin embargo su participación en los hechos la acercaba un poco más a aquellos que la mantenían cautiva.
Blake salió de la habitación y Cala se quedó un momento acompañando a Santiago, la puerta se abrió y Lorenzo entró en la habitación miró a Cala y con una pequeña sonrisa, saludó a es