- ¿Y a ti qué te importa? No te has acordado de mí en dos semanas y, en cuanto han terminado las fiestas de Año Nuevo, ¿te acuerdas de repente de que tienes una esposa que debe prepararte la comida? Si alguien debe indignarse aquí, ese soy yo. Como se suele decir, ¿la mejor defensa es un buen ataque?
—¿Cómo has podido? ¿De verdad te importo tan poco? ¡Vivimos como vecinos! ¿Mi misión en tu vida es prepararte la comida? ¿Acaso te acuerdas de que soy tu esposa, de que yo también tengo deseos y necesidades? —le grité yo también.—¡Ay, ya basta! ¡Deja de darme la lata!— ¡Siempre eres así! ¡No quieres escucharme! ¡Ya estoy harta de esta vida contigo! —dije con resentimiento y me fui a mi habitación. Tenía ganas de llorar. Me invadieron los sentimientos de resentimiento. Pens&e