—Explícame, ¿qué ha pasado?
—Ol... Él... —intenté decir entre lágrimas, pero me dieron náuseas y apenas pude llegar al baño.Ya hace dos horas que Olia me está tranquilizando. El teléfono no para de sonar. ¡Y media hora después empezaron a llamar a la puerta de Olia!—¡Es él, seguramente! ¡Ol, no abras! ¡No quiero verlo! ¡No quiero oírlo ahora! —le pedí.—¡Yo no creo que él pudiera serte infiel! ¡Siempre te mira con tanto amor! ¡No puede ser que alguien que ama tanto duerma con otra! Yo le haría caso.— ¡Yo no! —Olya se dirigió hacia la puerta, yo corrí tras ella, tratando de detenerla, y volví a oír cómo golpeaban la puerta y la voz de ese canalla que me había roto el corazón.— Si no abr