¡Oh, qué bonito! —canturreó Olka.
—¡Ya, ya! —resoplé yo y dejé el teléfono sobre la mesa. Olka lo cogió inmediatamente y empezó a mirarlo. —¡Vaya! ¡Yo también quiero un novio así! —dijo con satisfacción —. Ay, todavía estás loca por tu Tohó, ¿qué novio? —le sonreí amablemente, incluso envidiando un poco a mi amiga por los sentimientos que sentía hacia su propio esposo. —Bueno, sí, hay algo... —sonrió feliz mi amiga. —Pero dejemos por ahora el tema del teléfono, parece que ayer querías decirme algo. ¿Tenía razón? ¿No es como te imaginas? —No —dije mientras servía sopa para las dos y me sentaba a comer. Comimos rápido y no lavé los platos, porque Olka se moría de curiosidad. —¿Y bien? ¿Tengo que sacarte la información con pinzas otra vez? —Ay, Ol... No tiene novia, ¡ni la ha tenido nunca! Esa Lera se compró el anillo ella misma, ¿te lo puedes creer? ¡Se le ocurrió a ella casarse! Llevaban un año juntos. Pero Nikita rompió con ella ant