Kolia. No esperaba verlo ahora... Cómo ha cambiado. Se ha dejado crecer la barba, ahora tiene el pelo corto. Se ha cambiado de peinado. Se nota que ha empezado a ir a la barbería. Un abrigo gris, un reloj... se nota que son caros. No está mal, me ha sorprendido. Mientras lo miraba, él también me miraba a mí.
—Si vuelves a insultarme, mejor me voy, ya sabes que no puedo preocuparme, ¡especialmente ahora, en los últimos meses! —me puse la mano sobre mi gran barriga. —¡No, Frosia! ¡No lo haré! Perdóname, yo... —Me interrumpió el teléfono, era Nikita, porque hacía cinco minutos que debía estar en el ginecólogo. Su preocupación por mí después de tanto tiempo ya no me molestaba tanto, lo tomaba con calma. En un momento dado, me di cuenta de que estaba muy nervioso... y que probablemente lo pasaría peor que yo cuando me fuera a dar a luz. Por supuesto que me molesta esta «preocupación», pero «he encontrado algo de lo que quejarme», como diría Olka. - Sí, Nikita. ¡Qué ta