4

Mientras el dolor se hace más fuerte, menos humanidad me queda dentro del corazón. Siento como poco a poco me voy quedando sin vida, vacía y sin sueños.

Una traición marca, mata y destruye.

Un corazón traicionado jamás vuelve a confiar.

Isabella

La marcha nupcial da inicio. Me lleno los pulmones y empiezo a caminar, pero no sigo el ritmo lento y acompasado típico de esta pasarela, veo rostros de sorpresa a través del velo que cubre mi rostro, eso me ayuda a que mi determinación sea aún mayor. Steven se acerca para recibirme cuando ve que estoy por llegar, sin embargo, ignoro la mano que me ofrece y subo los dos escalones hasta el altar, mis damas están a poca distancia de mí en una fila, Mía a la cabeza, se muestra soberbia e incómoda, y el rostro de mi novio refleja una genuina preocupación.

Al fondo del recinto, la misma persona de antes me indica que todo está listo, por lo que giro y tomo el micrófono que utiliza el padre para hacerse escuchar durante las misas. El murmullo colectivo se hace presente, los susurros y el cotilleo, pero me da igual, nada va a detenerme en este punto. Ni siquiera las miradas de Steven, que no dejan de pedirme una explicación. De nuevo me giro hacia los invitados y esta vez me levanto el velo para que puedan verme a los ojos. El murmullo cesa y la sala entera parece contener la respiración, mis labios forman una media sonrisa cuando la sensación de victoria empieza a recorrerme por todo el cuerpo.

Me aclaro la garganta antes de hablar y le hago una seña a Steven para que no se me acerque. Siento asco de su tacto, me repugna pensar en la sola idea de que pueda colocar un dedo sobre mí. ¿Cuántas noches me habrá hecho el amor después de haberse revolcado con su sucia amante?

—Amigos y familiares, quiero agradecerles por haber venido hoy a celebrar con nosotros este día tan especial, —sonrío—, sin embargo, antes de continuar y aceptar ser la esposa de este increíble hombre. —Señalo a mi prometido—. Necesito darle las gracias a una persona que ha estado a mi lado en todo momento, una persona que se ha convertido en una confidente, amiga y apoyo, les aseguro que jamás encontraran a alguien como Mía. —Me giro hacia ella y le extiendo la mano. Ella se acerca llena de dudas y se para a mi lado. Siento como el roce de su mano en la mía quema—. La mejor amiga que he podido tener, cuida tan bien de mis intereses que hasta se ha cogido a mi novio durante un año entero, ¿Qué más le puedo pedir? —Sus ojos se abren tanto que por poco se salen de sus órbitas, mientras mi sonrisa se ensancha y se vuelve diabólica.

El asombro general retumba en las paredes de concreto provocando que la mirada de Mía se transforme en miedo al tiempo que retrocede llevándose una mano a la boca, Steven se acerca e intenta arrebatarme el micrófono de las manos. Me pide hablar en privado, pero lo ignoro, no merece que me detenga, no tiene derecho a pedir o exigir nada de mí.

—Así es, señores, mi adorado novio, el hombre que me ha jurado amor una y otra vez no es más que un farsante de primera y obvio, que es el hombre perfecto. —Me giro de nuevo hacia Mía—. Perfecto para una traidora como ella; mi mejor amiga, mi dama de honor…

—Isabella ya suelta eso. —Steven me toma con fuerza de la mano y forcejea conmigo por el micrófono, pero mi padre se pone de pie y me lo quita de encima, le da un puñetazo en la cara que lo envía al suelo.

—¡Aléjate de mi hija, malnacido! —le ordena en tono protector. Me ofrece una mirada de lástima, pero niego con la cabeza, no necesito que ahora mismo me haga sentir como a su princesa. Necesito esto, sacar esta rabia, desenmascarar a los traidores y no dejar duda en la cabeza de nadie con respecto a mis palabras.

Mi padre asiente comprendiendo.

—Es una calumnia lo que estás diciendo, Isabella, ¿Cómo se te ocurre pensar que yo haría algo como eso? —chilla Mía reaccionando al fin—, ¡por Dios, eres mi amiga! —No me sorprende su nivel de cinismo, pero me ayuda a mantenerme firme en mi decisión.

Me rio a carcajadas por lo que acaba de decir.

—Valentina, por favor. —Extiendo la mano hacia ella y por suerte entiende a lo que me refiero, saca el teléfono de mi novio del bolsillo de su vestido y me lo entrega—. Aquí está la prueba, cada uno de los mensajes que se han enviado desde hace un año, tengo la evidencia de como mi querido Steven planeaba robarse el dinero de mi familia y luego deshacerse de mí. —Por impulso o estupidez, ella me arranca el aparato de la mano y lo lanza al piso haciéndolo añicos—. ¿De verdad me crees tan estúpida? —inquiero al tiempo que hago una señal.

Del balcón interno, baja una pantalla blanca en la que a medida que se despliega empiezan a aparecer las imágenes en vivo de lo que está sucediendo junto a los videos de ellos teniendo sexo. Todas las miradas van de ella a la pantalla y de vuelta, sonrío al ver la expresión en el rostro de ambos; ojos desencajados, terror y la convicción de que no hay nada que puedan hacer para desmentir mis palabras. Todo se convierte en la nube negra que se posa sobre sus cabezas.

—¿Pensaste que no haría nada? ¿Creíste que nunca me enteraría? —cuestiono mirando fijamente a Mía—, ni te imaginas la magnitud del error que cometiste, no tienes ni idea del castigo que te espera y lo lamento por tus padres, ellos no tienen la culpa de tus asquerosos actos. —He dictado una sentencia en su contra y nada en este mundo me hará cambiar de parecer.

—Isabella, ella fue un error, me manipuló, me sedujo y… —Mira a todos lados buscando el apoyo de alguien, pero sus padres se levantan de sus asientos y le dan la espalda, se retiran de la iglesia tratando de recuperar parte del orgullo de su apellido—. A la única mujer que siempre he amado eres tú, ella no es nadie, no significa nada para mí. —Miro a Mía con arrogancia.

—¿Recuerdas que te dije que solo por mí suplicaría? Ahí lo tienes, no significas nada para él, ve como se arrastra por mí, que no se te olvide nunca, que el hombre al que tanto le suplicaste amor, se humilló por mí, se arrastró y besó la punta de mis zapatos rogando por un perdón que está muy lejos de alcanzar. —Dejo el micrófono sobre la mesa del altar antes de acercarme a mis padres que me esperan para salir conmigo.

Mis pasos son seguros y firmes, mantengo la frente en alto, cuál reina luego de recibir su corona, mis padres caminan detrás de mí, su mirada de orgullo es todo lo que necesito para mantenerme fuerte. Antes de salir de la iglesia, me detengo y me giro, sonrío orgullosa, mis padres se hacen a un lado permitiendo que mis ojos conecten con los de los traidores que siguen sin creer todo lo que acaba de suceder. Lanzo el bouquet en su dirección y le hago una seña a ella para que se lo quede.

—Puedes usarlo, esta vez tienes mi permiso —exclamo alzando la voz todo lo que puedo.

Retomo mi andar y termino de salir, afuera el sol me recibe con sus últimos rayos. Camino directo hasta el auto en el que iríamos a la recepción y le ordeno al chofer llevarme a una discoteca, saco mi teléfono del bolsillo interno del vestido y le envió un mensaje a Valentina para que se una a mi celebración con el resto de las damas. Me responde con un “ok” por lo que guardo de nuevo el aparato, recurro a la rabia que siento para mantener a raya todos los sentimientos que pugnan por salir a la superficie y hacerme caer de rodillas.

No voy a llorar, él no se merece mis lágrimas. No merece absolutamente nada de mí, hoy seré la novia que se embriaga y celebra la suerte que tuvo de no haber cometido el peor error de su vida.

—Los veo en la casa, necesito estar a solas —les digo a mis padres antes de desaparecer en el interior del vehículo.

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