No tomé nada ni me llevé siquiera ropa, solo abandoné el comedor donde cenaba con Sasha y aprovechándo la soledad de la casa, corrí al exterior y subí al auto de esa mujer. Lo llevé a la salida y con el corazón en la garganta, esperé a que los vigilantes me detuvieran.
Pero, por primera vez desde que vivía allí, nadie apareció para detenerme y salí sin el menor percance. Pero cuando me interné en las calles, no supe a donde ir. No tenía dinero para salir de la ciudad y hacer otra vida, y tampoco podía ir a mi viejo departamento, porque seguro allí me buscarían primero. Tampoco podía acudir a Cris, Jonathan sospecharía de él y seguramente esa misma noche irrumpiría en su casa.
Despues de pensarlo mucho e incluso llegar a pensar en regresar, rendida a la mansión, me acordé de mi amiga en el casino. Anabelle. Puse el coche en movimiento y me dirigí a su casa. Ella se sorprendió mucho cuando llamé a su timbre y salió, viendo que era yo.
—¿Sue?
Sonreí con esfuerzo. La mirada sorprendida de