capitulo 9

Al amanecer, Diego apenas había dormido. Afuera, el mundo parecía suspendido en una calma artificial, como si la noche no hubiera terminado del todo.

Fue el sonido de pasos sobre la grava lo que lo sacó de su letargo.

Corrió hacia la entrada con el corazón encogido, temiendo lo peor. Pero no era una criatura, ni una visión salida del bosque.

Era una joven.

Estaba cubierta de barro hasta las rodillas, con una mochila desgastada al hombro y una chaqueta que alguna vez fue verde. Tenía el rostro pálido, el cabello oscuro recogido con torpeza, y una cicatriz fina cruzándole el pómulo izquierdo como una costura mal hecha. Pero lo más inquietante eran sus ojos: no eran ojos de alguien perdido. Eran ojos que sabían exactamente adónde iban.

—¿Eres Diego? —preguntó, sin rodeos.

Él asintió, con cautela, sin abrir aún la puerta del todo.

—Mi nombre es Eugenia. Vengo porque vi el símbolo en tu verja. Y porque… soñé con tus hijas.

Eso fue suficiente para que Diego abriera. No por confianza, sino p
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP