No hay tregua; el escenario cambia una vez más cuando la bruja suprema Teka-her hace acto de presencia. Su llegada transforma el aire, haciéndolo pesado y cargado de magia ancestral. Con un gesto firme, abre la barrera protectora que envuelve a la manada, permitiendo que el humo y la ceniza del volcán se eleven hacia el cielo oscuro, disipándose como un velo que desvela el peso de la tragedia. Su presencia es magnética, y no está sola: une sus energías con las de todos los brujos de la manada, estableciendo un vínculo explosivo de poder.
Sus ojos buscan los míos. Hay valentía y una llamada silente en su mirada, y lo comprendo de inmediato. Emito mi energía desde lo más profundo de mi ser, una corriente que atraviesa el espacio y los conecta a todos, dándoles el impulso divino que necesitan. El poder que fluye entre nosotros se siente como el rugido de una tormenta; en un instante, la barr