45. EMBARAZADA DE TRILLIZOS
Amanda sintió un peso en el pecho mientras miraba de nuevo a Isis, quieta, inocente, ajena a la magnitud de lo que decía.
—Tendremos que tener paciencia —dijo, acariciando a su hija—. ¿Ya sabe que está embarazada?
—Su loba Ast lo sabe, pero Isis no —dijo Dakarai, preocupado por su hija.
—Entonces, debemos prepararnos —dijo finalmente, con una determinación que brotaba desde lo más profundo de su ser—. Yo se lo diré cuando despierte. Es algo que tenemos a nuestro favor para que deje de estar molesta con el Alfa. ¿Y los lobos de la manada? ¿Cómo están?
—Pues, aunque nosotros los lobos sanamos rápido... las heridas que nos ocasionó Isis todavía no han sanado por completo —dijo Dakarai con un suspiro—. Mira, esta que tenía aquí sanó hoy, junto contigo. La he tenido abierta todos estos días.
—Es porque la energía que los golpeó fue la de su Alfa Supremo —contestó Amanda—. Entonces, ellos son los que tienen que curarlos.
Esta vez, Dakarai tomó su mano, entrelazando sus dedos de