45. EMBARAZADA DE TRILLIZOS
Siento un peso en el pecho mientras miro de nuevo a Isis, quieta, inocente, ajena a la magnitud de lo que digo.
—Tendremos que tener paciencia —digo, acariciando a mi hija—. ¿Ya sabe que está embarazada?
—Su loba Ast lo sabe, pero Isis no —responde Dakarai, preocupado por nuestra hija.
—Entonces, debemos prepararnos —digo finalmente, con una determinación que brota desde lo más profundo de mi ser—. Yo se lo diré cuando despierte. Es algo que tenemos a nuestro favor para que deje de estar molesta con el Alfa. ¿Y los lobos de la manada? ¿Cómo están?
—Pues, aunque nosotros los lobos sanamos rápido... las heridas que nos ocasionó Isis todavía no han sanado por completo —dice Dakarai con un suspiro—. Mira, esta que tenía aquí sanó hoy, junto contigo. La he tenido abierta todos estos días.
—Es porque la energía que los golpeó fue la de su Alfa Supremo —contesto—. Entonces, ellos son los que tienen que curarlos.
Esta vez, Dakarai toma mi mano, entrelazando nuestros dedos de