El Delta dejó escapar un suspiro profundo y rompió la primera burbuja con cuidado, dejando emerger a la primera de sus niñas. Un grito lleno de vida y fuerza se escuchó de inmediato, haciendo que los ojos de Horacio se llenaran de lágrimas. Sin perder tiempo, rompió la segunda burbuja, liberando a la segunda niña, que dejó escapar un leve llanto, como un susurro de magia que parecía envolver a todos.
—Son hermosas... —susurró, apenas capaz de contener su emoción, mientras sostenía a sus hijas con ternura en cada brazo. Julieta, su esposa, recuperaba el aliento con una sonrisa de felicidad dibujada en su bello rostro. No importaban el dolor, la lucha ni el cansancio; la fuerza de su unión lo hacía todo posible. Julieta lo miró, transmitiéndole un amor absoluto, ese amor que, como ella decía siempre, era el corazón de cada miembro d