El agua frente a mí aún brilla con la energía residual de las imágenes que acabamos de presenciar. Mi corazón late acelerado y, aunque lucho por comprender cada pedazo de información, algo dentro de mí, profundo como mi esencia misma, me dice que todo lo que acaba de mostrarme es verdad. Jacking está de pie junto a mí, esperando, cauteloso, como si temiera mi reacción.
—Jacking, ¿por qué me has mostrado esto ahora? —pregunto en un susurro, y mis palabras vibran con la emoción que trato de contener. Él me observa con esa intensidad que siempre parece capaz de desnudar mi alma. Jacking me gira despacio para mirarme a los ojos. Su mirada me envuelve con el suave aire mágico que revolotea en esta cueva divina y siento cómo mis sentidos se saturan con su confesión. Mat, conectado como siempre a mi loba Ast, jadea nervioso.