Isis vuelve a ser humana. Mat la mira y le gruñe furioso. Es aterrador. Pero ella no retrocede; sigue avanzando hacia él, que la observa con furia, listo para saltarle encima. Todo el pelo de su lomo está erguido, su hocico arrugado, enseñando sus colmillos amenazantes, mientras la observa con los ojos rojos de rabia.
—Mi lobo, ¡juraste que siempre me ibas a defender, a mí y a nuestros cachorros! Mat, ¡regresa a mí, te necesito, mi lobo! —le ruega, y cae de rodillas justo debajo de la enorme cabeza de las fauces del alfa—. ¡Te amo, mi lobo! ¡Recuerda! ¡Eres mío, solo mío! ¡Y yo soy tuya, solo tuya! ¡Nadie puede cambiar eso, mi lobo! ¡Perdóname, mi lobo, por demorarme tanto tiempo en perdonarte! ¡Te amo, mi lobo, regresa a mí, por favor, te necesito!Se abraza al cuello de Mat, que se queda quieto mientras todos aguantamos la respirac