Quiere resistirse, hablar del asunto primero, explicarle todo lo que deben hacer y su significado, pero lo que está experimentando derriba sus defensas mientras la besa apasionadamente. Se dice a sí mismo: "¡No voy a poder aguantar! ¡Oh, mi Luna, qué me haces soportar!"
—Mi Alfa —susurra sensualmente sobre sus labios, dejando que cada palabra flote como una suave caricia.—Sí, mi Luna —responde él, desprendiéndose de su boca y, por instinto, volviendo a esconder su cabeza en su hombro, lamiendo ahí donde debe ir su marca, atrayéndola por la cintura. ¡Está derrotado, no puede escapar! Se convence de que va a hacer todo lo que ella quiera, porque en esos momentos siente que Isis es la que manda; él solo puede seguir. Su cuerpo la reclama. Su lobo la quiere. Su humano también. Su Alfa se rinde definitivamente ante su Luna.—¿Puedes hacerte u