82. AL FINAL, SÍ QUE HAY BODA...

NARRADORA

En realidad, Blair no era la importante aquí, sino su compañero, que se había parado a su espalda como un guardián.

Los miraba a todos, desafiándolos a arrojar algo sobre su mate.

El Congreso era muy temido y, con un chasquido de dedos, su pequeña manada podía desaparecer si ofendían al Sr. Maddox.

Los ojos de Blair veían a su hermana apedreada y ahora pidiéndole perdón de rodillas.

Recordó que así mismo había suplicado en el sótano, unas horas antes de que las fueran a sacrificar en esta misma manada.

Luego Riley volteó la cara y se olvidó de toda la ayuda que le dio.

Aun así, le dolía.

En el fondo, dolía tanto porque Blair era una buena persona, porque cuando su madre vivía siempre les había dicho que permanecieran unidas.

Todo ese cariño que guardaba en su corazón para Riley, ella se encargó de pisotearlo día a día.

“No mires más, yo puedo hablar por ti, no tienes que responderle…”

“Sí, tengo que hacerlo, Amy… no puedo seguir escapando. Necesito endurecer mi alma
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