116. ESTA HEMBRA ME PERTENECE
HARRIS
Desde el primer momento en que Cassidy me habló de ir a esa mansión, a curar a ese hombre, tuve un pésimo presentimiento.
Lamentablemente, mis instintos no me fallaron. Él volvería a robármela.
—Cassidy, dime qué quiso decir ese infeliz con que tú lo sentías, ¡necesito que me hables claro! ¿Qué está sucediendo?
Le pregunté de nuevo mientras conducía saliendo a la carretera montañosa.
Prácticamente, nos marchamos huyendo, pero aún no tenía claro de qué. O más bien, me negaba a que fuese lo que imaginaba.
—Él… es mi mate… yo, soy su segunda oportunidad… —susurró cerrando los ojos y sin querer mirarme.
Moví el volante con violencia y me aparqué a un lado de la calle desierta.
—¡Harris!, ¡¿qué haces?! —gritó ante la sacudida y el freno de golpe.
Pero no podía seguir conduciendo así, en este estado. No cuando sentía que toda mi felicidad se iba a la mierd4.
—Entonces él y tú…
—No hay un él y yo, ¿entiendes? — se giró para tomarme de las manos.
Las suyas temblaban y sus hermosos ojos