23. EN LAS GARRAS DEL ALFA
BLAIR
Aun así, no me detuve.
—Blair, espera... —me dijo en voz baja, pero yo estaba en modo becerra ofuscada.
—No seas testaruda. Estás herida, déjame llevarte —esos dedos fuertes fueron a cerrarse en mi brazo, pero lo jalé a tiempo.
—La última vez le dije que no quería nada suyo. Si ya resolvió su asunto, déjeme en paz. ¿O viene a acusarme ahora?
Lo fulminé con la mirada llena de hostilidad.
Se apretó el puente de la nariz como si le causara una gran frustración.
Vestido con una cazadora marrón y unos Levis's … que maldit4 sea el paquete que le marcaban.
—Te fuiste corriendo, no te encontraba. ¿Cómo puedes andar con ese tobillo tan hinchado?
Miró hacia mis heridas con las pupilas oscureciéndose.
—Blair… déjame agradecerte lo que hiciste por Cinthya —dio algunos pasos hacia mí con las manos estiradas.
—Con un gracias basta, y además, presiento que si la niña no le dice, nunca me creería, ¿verdad? —mis palabras salían llenas de amargura.
—Sé que jamás harías algo así, y no creas que n