112. SEDUCTORAS PROMESAS
NARRADORA
—Me alegro mucho de que sean sensatos; me daría mucha pena terminar con los supuestos seres más poderosos de las razas. Siéntense —dijo sin darle mucha importancia al asunto.
Incluso estaba aburrida.
Amy esperaba rebelión y sangre, resistencia, pero solo encontró a un grupo de abusivos y cobardes.
De verdad que las cosas habían cambiado tanto con los siglos; ya los poderosos no eran los que solían ser.
Iba a mover la mano para mandarlos a sentarse, aunque disfrutaba de dejarlos ahí con la columna adolorida de inclinarse.
Pero entonces vio una escena que prendió su malicia.
Alguien regañaba a Elizabeth en voz baja y le decía que se levantara.
La mujer se había quedado como en automático, tomándose el té.
La risa de Blair, ligada con Amy, resonó de repente haciéndolos temblar.
—No la obligues, está así porque no le he ordenado reaccionar —aclaró mirando hacia Elizabeth, que veía a la nada.
—Es más, creo que sería un excelente ejemplo para que vean lo que le espera a cualquiera