BLAIR
Todo sucedió en unos segundos.
Ese depredador peligroso los mató a todos.
Temblé con la espalda pegada a la pared, retrocediendo, y las uñas arañando los ladrillos bajo mis manos.
Si decía que le temía estaría mintiendo; lo que sentía era demasiado loco para esta situación.
Sus manos se hundieron en mi cuello, su aliento sobre el mío agitado.
—¿Por qué eres tan imprudente? —susurró en mi oído esa voz grave y ronca… peligrosa.
Me quedé callada, sin saber qué responderle.
Diosa, debería apartarlo.
—Al final, me obligaste a acercarme a ti.
—Mmnn… —mordí mi labio inferior al sentir su rodilla colarse entre mis piernas y presionar mi coño caliente.
—Pensé que eso era lo que buscabas… acercarte a mí…
Encontré mi voz para responderle. No me quedaría tan pasiva.
—Mn … no sabes lo que estás pidiendo…
—Creo que soy bien grandecita para saber lo que quiero… no tengo cómo pagarte el rescate —jadeé contra su boca.
Jamás había hecho algo tan descarado con un extraño.
—Me tienes loco, mujer…
Con un gruñido cargado de necesidad, me besó al fin en la boca.
Sus manos rudas fueron a mis nalgas, apretándolas lascivo, colándose por debajo del diminuto body.
Con un vampiro desconocido. En una callejuela tenebrosa.
—Aamnnn… —gemí con los ojos entrecerrados cuando me chupó el cuello.
El filo de sus dientes pasaba por mis venas, pero en el último instante… lo sentí tensarse de golpe.
—¿Qué…?
Me quedé perpleja cuando se separó de un salto, como si hubiese cometido un error imperdonable.
Pero escuchaba los latidos apresurados de su corazón, su respiración excitada… él me deseaba.
—¿Qué sucede? ¿Hice algo mal?
Mis estúpidos complejos tomaron justo ese momento para salir a flote.
—Esto… no está bien…
Habló ronco, entrecortado.
Parecía que le costaba horrores contenerse.
Intenté ver mejor su rostro, pero nada… ¡maldit4 sean mis deficiencias!
—Ambos somos adultos. No me obligaste…
—El hecho de que le permitas esto a un desconocido, en un callejón, es justamente por lo que atraes a este tipo de acosadores.
—¿Perdón? —fruncí el ceño, tensándome.
De repente, me sentía muy expuesta para el giro que dio la conversación.
—Tú eres el que lleva días acosándome, mirándome con tu rollito de hombre misterioso. ¡Nadie te pidió que aparecieras como el héroe! —comencé a enojarme.
—¿Entonces te acuestas con cualquiera que te haga un favor? —escupió con rabia contenida.
Ah no, ¡¿qué mierd4 le pasa a este capullo?!
—Mira, vampirito, ya bastante tengo de insultos por hoy. ¿Ahora me quieres llamar prostituta? ¡Toma la maldita fila porque hay otros delante de ti!
Di un paso, subiendo la barbilla, luchando para que la voz no me temblara.
—Si ya comprobaste lo que querías, entonces me marcho a mi antro.
Le di la espalda, saliendo de la oscuridad, buscando la única y precaria bombilla sobre la lejana puerta.
No avancé mucho cuando sentí un tirón en mi brazo.
—No le hables a nadie de lo que pasó aquí —susurró, y su aliento calentó mi cuello.
De nuevo esas chispas saltaron entre nosotros, en cada sitio donde nos tocábamos.
—No se preocupe, señor. No le diré a nadie que se relacionó conmigo —le respondí venenosa, y jalé mi brazo de un tirón para alejarme.
No miré atrás mientras recogía y me ponía el abrigo largo que había sido dejado en el suelo.
Abrí la puerta y me sumergí con prisas en las luces rojizas del pasillo.
Subí los dedos para acariciarme los labios que aún cosquilleaban.
—¿Qué te importan los insultos de un extraño? —murmuré con una sonrisa llena de amargura.
Volví a colocarme la coraza que había creado para protegerme.
Me sumergí en el club con un asunto mucho más serio ocupando mis pensamientos.
¿Qué iba a hacer con los cuatro cuerpos degollados en el callejón?
Mi aroma estaba mezclado con el de ellos.
Cuando encontré a Cassidy en los casilleros del bar, recogiendo su bolsa, la tomé de la mano y la llevé a un lado.
—¿Qué sucede, Blair? Hueles muy… intenso —me dijo, olfateándome y haciendo una mueca rara—. Un macho te marcó con una advertencia…
—Olvídate de eso. Tengo un problemón —le dije con ojos complicados.
—¿Qué? —Cassidy me jaló más lejos de oídos chismosos.
Ella sabía muy bien la implicación de esto, y me arrepentí en el momento de pedir su ayuda.
La manada de esos lobos rastrearía al culpable. Y lo peor de todo era Richard… un humano.
Si esto llegaba a oídos del Congreso, mi cabeza rodaría… y la de Cassidy también.
—Mierd4, estamos jodidas…