CAPÍTULO 71 — Un beso que no deja huella
El reloj marcaba las once y media de la mañana cuando Alex Ruiz cruzó las puertas de la oficina de Isabella sin previo aviso. Alex no se detuvo a mirar a nadie. Caminaba con paso firme, decidido, aunque sabía que no era correcto irrumpir así. Sabía también que Isabella no lo recibiría con agrado. Pero había pasado días sin dormir bien, repasando en su mente aquella conversación con Gabriel, los celos, la tensión en la oficina, el cambio repentino de arquitecto. No podía quedarse con el silencio. Necesitaba escuchar la verdad de su voz.
Cuando llegó al mostrador de recepción, la secretaria de Isabella, lo reconoció al instante.
— Buenos días, señor Ruiz —saludó, con una sonrisa profesional—. La señora Isabella está en una reunión con unos proveedores del exterior. ¿Desea dejarle un mensaje?
— No, gracias. Esperaré —respondió Alex, con tono sereno pero firme.
La secretaria dudó. Sabía que Isabella había pedido evitar visitas sin cita, sobre todo