CAPÍTULO 44 — Un clavo quita otro clavo
Alex había pasado los últimos días con la mente revuelta. No podía explicarlo. Desde aquel almuerzo con Gabriel y su esposa, algo se había quedado dando vueltas en su cabeza, como una canción que uno no logra sacar del pensamiento.
Isabella.
Su nombre, su voz, su manera de mirar. Había algo en ella que lo descolocaba, algo que lo atraía y lo confundía al mismo tiempo. No sabía si era su elegancia discreta, la calma en su tono, o esa leve melancolía que parecía esconder detrás de cada sonrisa.
Había conocido muchas mujeres desde su accidente, pero ninguna lo había intrigado así. Quizás —se decía para justificarse— el interés nacía precisamente de lo prohibido. Ella era la esposa de su nuevo socio. Una mujer inalcanzable, fuera de sus límites.
Y sin embargo, allí estaba, en su departamento, revisando por enésima vez la mesa puesta, esperando a Estela Bertolotti.
Estela era todo lo contrario a Isabella: luminosa, ruidosa, espontánea. Una modelo rec