CAPÍTULO 34 — Confrontación con el pasado
El aire acondicionado del auto no bastaba para enfriar los nervios que bullían en el pecho de Isabella. Mantenía ambas manos firmes sobre el volante, pero el temblor que sentía en los dedos la delataba. Catalina, sentada en el asiento del copiloto, la observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación, sin comprender del todo el motivo de tanta tensión.
— Estás muy callada —comentó la madre, rompiendo el silencio denso del trayecto—. Me vas a poner nerviosa a mí también.
Isabella soltó una risa forzada, sin apartar la vista del camino.
— No pasa nada, mamá. Solo... preferiría haber venido en taxi.
— ¿Y por qué no lo hiciste?
— Porque quería tener el control de cuándo irnos —respondió Isabella casi sin pensar.
Catalina la miró de reojo, intrigada.
— Tan parecido es ese hombre a Alejandro… ¿de verdad estás tan segura?
Isabella tragó saliva.
— No, mamá. No es parecido. Es él. No tengo dudas.
El silencio volvió a colarse entre ambas. Catalina s