CAPÍTULO 35 — Entre dos vidas
Seguía la tensión entre ambas. Isabella conducía en silencio, pero su respiración entrecortada delataba su estado.
— Mamá, te sigo viendo muy blanca —dijo Isabella con voz preocupada—. Mejor vayamos a que te revisen la presión.
Catalina suspiró.
— No es necesario, hija. Estoy bien.
— ¿Cómo que bien? —replicó Isabella, frenando en un semáforo—. Acabas de desmayarte en pleno estudio.
— ¿Y cómo no me va a afectar la presión con lo que acabo de vivir? —contestó Catalina, llevándose una mano al pecho—. Verlo ahí, frente a mí, como si el tiempo no hubiera pasado… No sé cómo tú te mantuviste en pie.
Isabella soltó el aire en un largo suspiro.
— Ni yo lo sé, mamá. Pero igual vamos al hospital. No quiero correr riesgos.
Catalina asintió, sabiendo que no tenía sentido discutir.
Durante el trayecto, el silencio se extendió por momentos. Finalmente, Catalina rompió el silencio.
— Isabella, debes hablar con un abogado.
— ¿Y qué le voy a decir? —respondió Isabella con