CAPÍTULO 30 — Bajo la tierra
La cena transcurría tranquila, Isabella miraba a Gabriel desde el otro extremo de la mesa; él hablaba con serenidad, como si la tensión de los últimos días se hubiera disipado. Pero en su mente seguían rondando las palabras de Camila.
Dejó el tenedor a un lado y tomó un sorbo de vino antes de atreverse a preguntar:
— Gabriel, ¿es cierto lo que me dijo Camila? —preguntó con tono suave, pero con una sombra de curiosidad en la voz—. ¿Que van a retomar el proyecto en el terreno donde fue el derrumbe?
Gabriel levantó la vista del plato, sorprendido por la pregunta. Durante un segundo dudó, como si buscara las palabras adecuadas.
— Sí —respondió finalmente—. Es cierto. Hace unas semanas se reactivó el proyecto. Lo haremos desde cero.
Isabella lo observó en silencio. Su corazón dio un pequeño vuelco, un reflejo involuntario del pasado.
—¿Y por qué no me habías dicho nada? —preguntó, sin reproche, más con tristeza que con enojo.
Gabriel suspiró.
— Porque sabía lo