CAPÍTULO 151 – Silencios que duelen
Isabella cerró la puerta detrás de Alejandro y permaneció unos segundos apoyada en la puerta, con los ojos cerrados y respirando con calma. El día había sido largo, emocionalmente agotador, pero al menos sentía por primera vez en meses una especie de alivio. No completo, no definitivo, pero sí suficiente como para dejarla respirar. Sentía que finalmente había logrado hacerle entender a Alejandro que su historia había cambiado de forma, que su amor se había transformado, que ya no podían ser pareja. La conversación había sido dura, pero al menos había terminado en términos tranquilos, maduros, respetuosos.
Caminó hacia el sillón de la sala y se dejó caer, dejando que su cuerpo se hundiera en los cojines. Por fin, un poco de silencio. Por fin, la sensación de que una carga se estaba acomodando en su sitio. No sabía si llamarlo paz, pero sí era un respiro. Encendió la lámpara lateral y apenas la cálida luz llenó la habitación sintió como si una parte d