CAPÍTULO 14 – Solo tu y yo
La cena transcurría tranquila, envuelta en esa atmósfera tibia que siempre reinaba en casa cuando ambos lograban coincidir después de un día largo. Isabella había preparado una mesa sencilla, con velas pequeñas y vino tinto. Gabriel, sentado frente a ella, la observaba con esa mezcla de admiración y ternura que le era tan propia.
El tiempo parecía haberse detenido. No había ruidos, ni llamadas, ni compromisos pendientes. Solo el tintinear de los cubiertos y el aroma del guiso que aún salía del horno.
— Tenías razón —dijo Gabriel rompiendo el silencio—. Hacía falta una noche así, sin juntas ni proyectos ni llamadas.
Isabella sonrió. — Sí… hacía falta —respondió, intentando convencerse de que todo estaba en calma.
Pero por dentro, no lo estaba.
Desde la visita de Alex a su casa, un peso invisible le oprimía el pecho. No podía quitarse su rostro de la mente. Aunque él insistiera en que no recordaba nada de su pasado, Isabella sentía que ese hombre era Alejandro