CAPÍTULO 128 — La grieta en el silencio
Isabella volvió a su oficina todavía con el eco del portazo de Alejandro resonándole en los oídos. La reunión con la abogada Serrano había sido exactamente lo que temía: frustrante, tensa y finalmente inútil. Había intentado llegar al final de una historia que ya no podía sostenerse, pero Alejandro había decidido arrastrarla al principio, a un pasado que ya no existía y que ahora sólo causaba daño.
Entró a su despacho, saludó a su secretaria con una sonrisa tenue y dejó su bolso sobre el sofá, intentando ordenar sus pensamientos antes de ordenar documentos. Estaba a punto de pedir un café cuando la puerta se abrió de golpe.
Gabriel entró sin anunciarse.
Sin golpear.
Sin siquiera respirar.
Isabella levantó la mirada. El rostro de su marido estaba tenso, sus ojos oscuros cargados de una mezcla peligrosa entre enojo, preocupación y algo más profundo… ¿miedo?
— Amor… —dijo ella intentando sonar natural— ¿qué haces aquí? No me avisaste que venías.
Ga