CAPÍTULO 117 — La Sala de los acuerdos imposibles
A las once en punto de la mañana, Alejandro e Isabella llegaron puntuales al estudio jurídico de la doctora Serrano. Ambos habían amanecido con emociones encontradas, cada uno sosteniendo un combate interno que amenazaba con desbordarse al mínimo roce.
Isabella se adelantó unos pasos, respirando hondo antes de acercarse al mostrador de la recepción. Alejandro, detrás de ella, observaba todo con una mezcla de desconfianza y molestia.
— ¿Cómo se llama tu abogada? —preguntó Alejandro, con el ceño fruncido.
— Doctora Serrano —respondió Isabella sin mirarlo.
Alejandro hizo una mueca.
— Nunca he entendido por qué se les dice “doctor” o “doctora” si no son médicos…
Isabella cerró los ojos un instante, conteniendo el impulso de perder la paciencia.
— Alejandro, no estamos para hablar tonterías. Estamos aquí por un asunto serio.
Él levantó las manos en señal de rendición teatral.
— Como digas, Isabella. Entra, yo te sigo.
Y así lo hicieron.
La