CAPÍTULO 115 — Debes tomar una decisión

Alejandro apenas podía con su cuerpo cuando entró a su edificio. El cansancio se le acumulaba en los hombros, en la nuca, en cada uno de sus músculos. Los últimos días había sido una mezcla insoportable de emociones: la discusión con Isabella, el accidente en Santa Clara, el caos de obreros heridos, el intento de enfrentarse a Gabriel que nunca ocurrió, y por último el peso de los recuerdos que parecían caerle encima de golpe, sin aviso.

Solo quería entrar a su departamento, ducharse y quedarse dormido sin pensar. Eso deseaba. Eso necesitaba. Pero al cruzar el vestíbulo y ver la figura esperando junto al ascensor, supo que la noche no había terminado para él.

Estela estaba allí. Con los brazos cruzados, el pie moviéndose impaciente, los ojos fijos en la puerta como si lo hubiera invocado.

Cuando lo vio, su expresión cambió a una mezcla de alivio y reclamo.

— Cariño, ¿cómo has estado? —preguntó mientras se acercaba rápidamente—. Me tienes muy ab