CAPÍTULO 114 — Más interrogantes
Isabella llegó a su casa aún con el temblor en las manos. No sabía si venía por el cansancio emocional o por el nudo que llevaba desde la salida de Alejandro aquella mañana. Lo único que deseaba era ver a Gabriel, abrazarse a él y, tal vez, encontrar algún minuto de calma en medio del caos que amenazaba con tragárselo todo.
Pero al entrar, la casa estaba silenciosa, vacía, como si nadie hubiese estado allí en todo el día. No encontró ni las llaves de Gabriel en la mesa del recibidor, ni su saco colgado en el perchero. La ausencia de sus cosas la inquietó.
Sacó su teléfono de la cartera y lo llamó inmediatamente.
— Amor, ¿dónde estás? —preguntó apenas escuchó que él contestaba.
— Isabella… pronto llegaré a la casa y te lo cuento. Ha sucedido algo grave en el proyecto de Santa Clara y nos tocó ocuparnos con Alex. Ya voy conduciendo hacia allá.
— Está bien, amor. Aquí te espero.
Colgó, pero su corazón no se calmó. Las palabras de Gabriel retumbaban en su