CAPÍTULO 106 — Rutas que se Cruzan
Desde que había decidido iniciar el proyecto de una familia junto a Gabriel, había sido muy estricta con las recomendaciones de su ginecóloga: buena alimentación, constancia en el ejercicio, y se encontraba en la búsqueda del equilibrio emocional. Cada paso contaba.
Gabriel, fiel a su promesa de acompañarla en las mañanas para ejercitar juntos, se había puesto la alarma con ella. Pero el destino—o mejor dicho, la agenda—tenía otros planes.
Mientras Isabella se ataba los cordones de sus zapatillas, el teléfono de Gabriel comenzó a vibrar insistentemente. Él lo miró con fastidio, ya imaginándose lo que era.
— Dios… justo hoy —murmuró mientras atendía.
Isabella se quedó quieta, escuchando sólo partes sueltas de la conversación. La voz de Gabriel se tensó, las palabras se volvieron rápidas. Cuando colgó, tenía el ceño fruncido.
— Perdón, amor —dijo acercándose a ella, con un gesto sincero de frustración—. Me salió una reunión urgente. No puedo faltar.