Una historia de amor juvenil, donde Armando Duarte es un adolescente de 15 años que lleva 3 años enamorado de su mejor amigo Josué, tiene miedo a decírselo, pero lo que no se imagina es que Josué siente lo mismo, solo que ni él mismo lo sabe...
Leer másNarrador—Estoy preocupado por Diego. —les comentó Fernando a sus amigos mientras estaban todos juntos sentados en las bancas de la cafetería.—Yo también. —asintió Alexis.—¿Por qué peleaban, Alexander? —le preguntó Leslie.—Por nada y si no me creen no me importa. —Alexander se levantó y se fue de ahí.—Sí estaba pasando algo ahí porque cuando entramos estaban muy raros. —mencionó Armando.—¿Raro como cuando estábamos nosotros dos en el salón y todes entraron? —le preguntó Fernando mientras le alzaba las cejas a Armando, pero Armando hizo cara de incomodidad.—¿Qué? —preguntó Josué con confusión.—Esa vez también fue muy rara, se agarraban de las manos y Armando estaba muy nervioso, no podía ni hablar. —recordó Leslie.—¡Ay, cállense! —dijo Armando entre nervioso e incómod
NarradorDiego y Alexander estaban en el cuarto de Diego, sentados en el piso, ambos tomando y riendo con botes de cerveza vacíos a su alrededor.—Wey, ¿así que besaste a Josué? —preguntó Diego mientras reía muy borracho.—Sí y luego me dijo que no quería verme ya. —respondió Alexander también muy borracho y riendo.—Salud por eso. —dijo Diego mientras choca su cerveza con la de Alexander.—Todo por el chaneque ese del Armando. —rio.—Chaneque. —repitió las palabras de Alexander mientras se reía.—Quiero olvidarme de todo y de todos. —le dijo Alexander.—Yo también quiero eso porque la persona que me gusta a veces me hace caso, a veces no y ya no le entiendo, la neta. —decía en tono triste mientras le tomaba a su cerveza.—Ella se lo pierde, —lo miró. —porque pues... la neta
Josué—Mi intención no es confundirte más de lo que ya lo estás, —me explicaba Alexander. —pero tenía que decírtelo ya, ya es más de un mes guardando lo que siento por ti.—No sé qué decirte, la neta. —dije yo muy nervioso y sin verlo a la cara.—No me digas nada. —bajó la mirada.—Es que, Alexander, tú a mí no...—No digas nada. —me interrumpió.No sé qué estaba pasando, pero Alexander se acercó a mí, cada vez se acercaba más, hasta que sentí su respiración muy cerca de mi rosto y... ¡Oh por Dios! ¿No lo hará o sí? — pensé. — Y sí, sí lo hizo, Alexander me besó y en ese momento, en ese preciso momento...—Josué... —Al escuchar esa dulce, tierna y cortada voz, tan pero tan conocida, empujé a Alexander y me levanté rápidamente.—Mi niño, no es lo tú...—dije nervioso tratando de explicar, per
NarradorArmando y Josué estaban en una banca, sentados y hablando.—¿Te diste cuenta que durante toda la clase, Fernando te estuvo mirando? —preguntó Josué con algo de molestia.—La verdad no. —negó Armando con la cabeza.—Claro que te estuvo mirando y todo el tiempo te mandaba indirectas, te dijo hace rato que estás guapo y...—¿Y eso qué? —lo interrumpió.—Que tú le gustas. —rodó los ojos.—Ya lo sé. —asintió.—¿Qué? —confundido.—Sí, él me lo dijo, ya hace unos días.Josué rodó los ojos en señal de molestia.—¿Y tú qué le dijiste? —preguntó Josué.—Le dije que a mí no me gusta. —respondió.—¿Y no te gusta?—No. —negó. —Yo solo lo veía como un amigo, pero ahora me incómoda con todo lo que me dice y c
JosuéNo había dormido nada la noche anterior ya que no dejaba de pensar en lo que me dijo Fernando sobre Armando, sus palabras no dejaban de retumbar en mi cabeza, no sabía si lo que dijo Fernando de que Armando está enamorado de mí era verdad, pero tenía que descubrirlo.Salí de mi casa y me dirigí a la de Armando. La verdad no estaba muy lejos de la mía así que llegué pronto y me esperé a que él saliera.______________________________________________ArmandoEstaba saliendo de mi casa con mi mochila y vestido con un pantalón de mezclilla, zapatos negros, una camisa azul de botones y encima un saco delgado color negro.Iba caminando muy tranquilo cuando sentí como alguien me habló por atrás. En ese momento voltee y cuando lo hice, ¡Oh Dios mío! Era Josué y se veí
JosuéMe sentía muy culpable de ver a mi niño así, no me gusta verlo mal y menos si es por mi culpa.—Enano... —le hablé, pero él ni me volteó a ver.—¡Déjame! —dijo con voz cortada.—Enano, ¿estás llorando? —me arrodillé para quedar a su nivel.—¡Que te importa! —decía mientras que con sus manitas cubría su rostro.—Chaparro, perdóname por hablarte así.Armando quitó sus manitas, levantó su carita y no lo podía creer, sus ojitos estaban llorosos. En ese momento me sentí peor, hice llorar a mi enano.—¡Vete con ALEX! —me dijo llorando.—No llores, ¡Por favor no llores, mi niño! soy un idiota, pero no llores, sabes que eso no lo soporto.—Según tú me cuidas de todos, cuidas que nadie me haga daño y tú me acabas de dañar. —siguió llorando.—Lo s
Último capítulo