Ajustando cuentas (2da. Parte)
El mismo día
Londres
Ronald
Cuando te atrapan con las manos en la masa, no te escandalices. No sudes. No tiemble el pulso. La mayoría entra en pánico… idiotas. La clave es simple: nunca admitas nada. Así te estén apuntando con pruebas, así te tengan grabado. No importa. Mientras no abras la boca para incriminarte, aún tienes una jugada en el tablero.
La mayoría cree que cuando todo está en tu contra, se acabó. Pobres ingenuos. Lo que no entienden es que el juego no termina hasta que tú decidas rendirte. Y yo... nunca he sido de los que se rinden. ¿Escapar? Si es necesario. ¿Improvisar? Claro, pero con estilo. ¿Mentir? Siempre. Porque la verdad es un lujo que solo se dan los débiles.
Aprendí que, incluso cuando todo parece estar en mi contra, siempre existe una salida. Con ingenio, astucia y la frialdad suficiente, he logrado cambiar el juego a mi favor más veces de las que puedo contar. Incluso vencí a criminales de verdad, como el viejo Adams, tipos con sangre en las manos y poder re