—Isabela… ¿Estás escuchándome?
Parpadeé frente a la pantalla. El gráfico de barras del informe mostrándose en la presentación. La voz de Clara sonaba lejana, como a través del agua.
—Perdón —erguí la espalda—. Me perdí un momento.
Clara gesticuló a través de la videollamada.—Te perdí en cinco momentos, mujer. Estás en otro planeta. Creí que estarías brincando en una pata después de la noticia.
—Es que… no te escuché bien al principio. Lo siento ¿Qué fue lo que dijiste?
—Pues que el cliente está feliz con tu propuesta —repitió, articulando cada palabra—. Muy feliz. Y están preparando una demanda formal contra la constructora anterior gracias a tu análisis especial.
Además —carraspeó, revisando algo en pantalla—, después de la perspectiva tan negativa que teníamos, el proyecto Altos de Bellavista ya empezó a ejecutar las medidas que sugeriste. El equipo técnico tomó tus proyecciones y las está aplicando desde ayer. No sabes lo satisfechos que están.
Sonreí —Ah… qué bien.
—Qué «bien», no