La mansión Voss lucía aún más imponente esa noche. Las farolas antiguas iluminaban el camino privado, dibujando sombras alargadas sobre los jardines perfectamente cuidados. Desde el vestíbulo, el sonido de copas tintineando y conversaciones formales se mezclaba con una música suave de cuerdas que parecía flotar desde algún lugar invisible. Otra velada; otra gente diferente a la anterior.
Allyson llegó puntual. Vestía un vestido negro sin adornos, elegante pero discreto, y un abrigo gris oscuro que la protegía del frío. Ethan la recibió en el vestíbulo, impecable con su traje oscuro y una sonrisa de cortesía medida al milímetro.
—Me alegra que haya podido venir —dijo, estrechando su mano.
—Gracias por la nueva invitación.
No pasó mucho tiempo antes de que Lizzie Reynolds apareciera a su lado. La asistente de Voss vestía de nuevo de negro, con el cabello recogido, y la misma mirada intensa que había hecho a Allyson sentir un leve escalofrío en su primer encuentro.
—Bienvenida otra v